En su primera temporada en el París SG, el exseleccionador español Luis Enrique ya ha cumplido con el mínimo, el título de la Ligue 1, pero este defensor acérrimo del tiqui-taca quiere hacer historia con el club francés y aspira a un triplete inédito.

Con el título liguero en el bolsillo, logrado este domingo tras la derrota 3-2 del Mónaco en Lyon, Luis Enrique quiere llevar al PSG al título europeo, el gran objetivo del club francés. El PSG se mide en semifinales de Champions con el Borussia Dortmund y puede redondear una temporada histórica con la 'Coupe', cuya final disputará el 25 de mayo contra el Lyon.

"Sin duda, es una motivación hacer algo que nunca se ha hecho en Francia para marcar la historia de nuestro club, de la ciudad y del país", admitió el martes el técnico asturiano, que ya contaba con un primer título en París, el Trofeo de los Campeones (la supercopa francesa), dando prueba también de prudencia.

"Todavía es un camino largo y tortuoso", añadió en referencia al eventual triplete.

Tras no haber podido devolver a España al camino de los títulos, Luis Enrique, que el 8 de mayo cumplirá 54 años, fue contratado por el PSG para repetir sus éxitos en el Barcelona, cuando llevó al club azulgrana al triplete en 2015 y, sobre todo, dar al ambicioso club francés la primera Copa de Europa de su historia.

Un gran reto para este técnico nacido en Gijón (norte de España), que a lo largo de su carrera como jugador y entrenador se forjó una reputación de líder indomable y de persona de trato complicado, sobre todo con la prensa.

Crítico con Mbappé

En los meses que lleva en París ya tuvo varios enganchones con periodistas, especialmente cuando se le criticaba el juego del equipo o últimamente cuando se le pregunta por el futuro de Kylian Mbappé, dando muestras allá dónde va de su carácter.

Tampoco ha renunciado a sus principios futbolísticos, basados en el tiqui-taca, la defensa del equipo por encima de las individualidades y la apuesta por los jóvenes.

No ha dudado en sentar a la gran estrella Mbappé e incluso criticarle, como en noviembre, cuando tras un 'hat trick' frente al Reims, el técnico declaró: "No estoy muy contento con Kylian hoy. En los goles, no tengo nada que decir, pero puede ayudar más al equipo".

Pese a todo, ambos protagonistas han negado durante toda la temporada que tengan malas relaciones.

A Luis Enrique se le puede atribuir también el éxito en su apuesta por los jóvenes, como Bradley Barcola (21 años), el brasileño Lucas Beraldo (20), Warren Zaïre-Emery (18) o el portugués Vitinha (24), todos ellos mucho más protagonistas de lo esperado a principios de temporada.

ADN Barça en París

¿Quién representa mejor el ADN Barça? "Sin ninguna duda yo", se atrevió a responder, en la previa de la eliminatoria de cuartos de Champions contra el Barcelona, a una pregunta de un periodista sobre qué entrenador, Xavi Hernández o él mismo, encarnaba mejor el estilo de juego de toque del que hace gala el equipo catalán.

"Mirad los datos y los títulos, la posesión, la presión alta... No es opinable", argumentó este apasionado del ciclismo que ya desde su época de jugador dio muestras de su carácter, abandonando el Real Madrid para fichar por el Barcelona, donde se convirtió en un ídolo y al mismo tiempo se granjeó una animadversión que aún dura de los aficionados merengues.

Tras una destacada carrera como jugador (62 veces internacional con la Roja) que cerró en 2004, empezó a despuntar como entrenador en el filial del FC Barcelona antes de dar el salto a la élite al frente de la Roma durante la temporada 2011-2012. Luego pasó por el Celta de Vigo y en 2014 volvió a un Barça en declive, que por primera vez en seis años había cerrado el curso sin títulos de envergadura y cuyo estilo de juego combinativo parecía agotado.

Manteniendo la filosofía de toque, aportó más verticalidad y consiguió en su primer año la Liga, la Copa del Rey y la Liga de Campeones (2014-2015).

Una receta que ha aplicado ahora en el París SG, como ya hizo antes también en su etapa como seleccionador español (2018-2022), pese a no lograr títulos con la Roja.

Durante ese periodo en la selección pasó por un momento muy duro a nivel personal, cuando dejó el cargo de marzo a noviembre de 2019 por la enfermedad de su hija Xana, que falleció de cáncer a los nueve años.

Hace unas semanas presentó la fundación que lleva el nombre de su hija, creada "para ayudar a las familias que están sufriendo el impacto de la enfermedad de un hijo o hija", según se lee en la web de la entidad.

Un perfil altruista alejado de la imagen que suele dar en las salas de prensa.